lunes, 23 de septiembre de 2013

Japón II: Ruta

Kinkaku-ji


Kioto es puro templo y santuario. Se ven por todo Japón, en abundancia, pero en Kioto es más exagerado aún. Pasamos un día en Nara: más templos y Budas, mucha gente aplaudiendo, la segunda pagoda más alta de Japón y Bambies, ahí, entre la gente, en parques, bosques y calles. Es Bambilandia, hay más ciervos que humanos. El aplauso japonés es algo digno de mencionar: las dos manos en perfecta simetría palmotean al unísono mientras los dedos de una mano golpean en forma precisa a su contraparte de la otra mano. Cuando lo hacen frente a santuarios Shinto, es para llamar la atención de los dioses, expresar alegría por ellos y alejar malos espíritus.

Arashiyama







Inspirados por la fauna, nos fuimos a Arashiyama en busca de macacos. Tras una cansadora caminata cuesta arriba por la montaña, nos recompensaron con una linda vista de Kioto y con un grupo de estos primates que nos esperaban algo hambrientos. Les dimos de comer maní de elefante y nos sorprendieron con su rapidez para pelarlos y comerlos con una sola mano (claramente, mi próximo desafío). También vimos cómo se ponían en fila para sacarse pulgas (o algún otro parásito) entre ellos, en cadena, y comérselas después. Deberían vender monos comepulgas en las veterinarias. Las reglas básicas para tratar con simios aquí son las siguientes: no mirarlos a los ojos, no alimentarlos en lugares que no estén destinados a tal fin, no hacer movimientos repentinos frente a ellos y no tirarles piedras, aunque no era necesario aclarar esta última en un cartel.


Tōdai-ji

Reglas para tratar con Bambi



Osaka
Otro día nos fuimos en tren a ver el castillo de Himeji y después a Osaka, en adelante, Himierji y Okaka. A Himierji lo están arreglando, así que de afuera está todo cubierto y lo único que se ve es el castillo dibujado sobre la estructura que lo cubre. Habíamos visto que valía la pena igual, porque podés entrar y ver las reformas, y es el típico castillo japonés y uno de los más populares de Japón, y sigue estando en muy buenas condiciones. Una porquería, una obra en construcción. Lo único lindo es el jardín de al lado, que merece ser llamado por su nombre real (Koko-en), a pesar de dar lugar a chiste fácil. A Himierji no lo recomiendo hasta 2014, cuando terminen con los arreglos. Okaka es una ciudad populosa que no tiene nada especial ni diferente. Un día ahí es suficiente.



Luego llegamos a Hiroshima muy temprano
por la mañana y nos fuimos a pasar el día a una isla cercana: Miyajima. Más Bambis. Fuimos al santuario Itsukushima, nos sacamos la foto típica, comimos ostras y, mientras Luciano se iba a escalar la montaña, yo opté por tomar helado y reposar frente al mar. Hacía demasiado calor como para seguir sudando bajo el sol.


En Hiroshima hicimos el recorrido relacionado con la bomba: el Domo de la Bomba Atómica, el parque de la memoria, monumentos y museo.


Sección de historia resumida: El 6 de agosto de 1945 a las 8:15 a. m., EE. UU. tira la primera bomba atómica en Hiroshima con el fin de obtener la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Había varias ciudades candidatas, pero finalmente se decidieron por Hiroshima por la extensión de la ciudad y porque no tenía campos de prisioneros de guerra aliados. La bomba explota a 600 m del suelo y crea una bola de fuego que afecta un radio de casi 2 km desde el hipocentro. Se generan incendios y una lluvia negra, y todo da lugar a miles de muertos y heridos. La radiación siguió afectando a los sobrevivientes (a los que llaman 'hibakusha') incluso hasta el día de hoy. De a poco reconstruyeron toda la ciudad y ahora está llena de vida (y eso que se creía que hasta dentro de 75 años no iba a florecer nada). Hiroshima actualmente manda cartas de protesta cada vez que un país hace pruebas nucleares, se manifiesta en contra de los países que poseen armas nucleares (Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, Francia, India, China, Pakistán, Israel y, posiblemente, Corea del Norte) y promueve activamente la paz mundial, el desarme nuclear y la abolición de las armas nucleares, con un proyecto que para 2020 planea un mundo libre de este tipo de armas. 

Por las dudas, hay que aclarar que la radiación el día de hoy es minúscula y no afecta a los humanos.





Para despejarnos un poco y hacer tiempo hasta que saliera el bus, visitamos el jardín Shukkeien. El jardín japonés es un terreno baldío en comparación con los jardines que hemos visto, llenos de verde flúo, peces bigotudos, tortugas, puentes, bonsáis y demás. Las fotos no llegan a reflejar realmente lo que son.









Dejamos Tokio para el final: Shinjuku (el barrio de los edificios altos), Shibuya (zona más bien nocturna), Ueno (parques y museos), Ginza (más céntrico), Akhiabara (la meca de la electrónica, el animé, el manga —comic— y el hentai también conocido como pornomanga o pornoanimé—), etc.





Tras tres noches en el hotel cápsula, ya mencionado en la entrada anterior, nos mudamos a un departamentito. Queríamos ir a ver sumo, pero no había más entradas, así que nos fuimos al café de la esquina, para encontrarnos con los propios luchadores en persona, a los que más por temor que por vergüenza no pude pedirles una foto.

Al otro día nos fuimos a Yokohama a pasar el día y ver un partido de béisbol: Yokohama Bay Stars contra Tokyo Yakult Swallows (como el yogur). El combo completo: le sacamos foto a la mascota, tomamos cerveza, comimos hot dogs y comida de estadio, tratamos de seguir los cánticos -al estilo canciones locas-, y gritamos un jonrón. Hay arengadores oficiales, gente que pasa con bolsas de consorcio para recolectar la basura y, no solo te dejan entrar con comida y bebida, sino que también te proveen de vasos de plástico para que sirvas tu cerveza o lo que trajiste y no entres con latas y botellas. La gente es civilizada; no vimos policías ni la rivalidad a la que estamos acostumbrados. Fue todo muy amistoso, organizado, coordinado y, sobre todo, extenso: el partido duró más de cuatro horas. Es todo lindo y divertido, pero uno se va pensando que falta un poco de pasión.

Próximo destino: Hong Kong, pisándole los talones a Usagi.




Gyoen Garden


Tokio



A los futuros turistas en Japón les recomiendo sacar algún pase de tren (Japan Rail Pass) para abaratar un poco lo costoso que es el transporte y, sobre todo, tratar de no equivocarse al usarlo (para evitar pagar dos veces).
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miércoles, 18 de septiembre de 2013

Japón I: Impresiones niponas



El ferry nos dejó en Sakaiminato; de ahí, nos fuimos a Yonago, para poder finalmente llegar a Kioto después de más de 24 horas de viaje. Llegamos tarde y nos fuimos a comer sushi a uno de esos lugares en los que te sentás al lado de una cinta transportadora donde desfilan los platitos de sushi y uno va agarrando el que lo convence. También se pueden pedir piezas o platos determinados en una pantalla, y esos te los mandan por la cinta transportadora de arriba, directamente a tu mesa. La pasarela de abajo sería como la intercity, y la cinta de arriba, la express. Genialísimo. Quiero comer ahí toda mi vida. Nos empachamos de sushi. Japón no podía empezar de otra manera.

Muchas primeras impresiones


En contramano
Los autos van para el otro lado, y el conductor está del lado del copiloto. Hay que mirar para todos lados antes de cruzar, por las dudas. Es confuso; cuesta acostumbrarse. No son solo los autos; la gente nos choca caminando por pasillos, entramos siempre por la salida, y el lado derecho es el que circula en escaleras mecánicas. Acá debe haber venido María Elena Walsh en busca de inspiración. Estamos en el mundo del revés: en colectivos y tranvías, entrás por la puerta de atrás y salís por la de adelante (viajás y después pagás); las revistas se leen de atrás para adelante; escriben de arriba hacia abajo; las puertas se abren al revés que allá; usan otro sistema de señas para cosas básicas como decir no o indicar números; usan palitos en lugar de tenedores y, seguramente, el agua del inodoro gira en sentido contrario. Hablando de inodoros, predominan los inodoros inteligentes, con muchos botones y hasta controles inalámbricos (¿para qué?). Los botones que pude descifrar incluyen la función bidé para partes traseras y delanteras (con dibujitos), el sonido de agua corriendo (y sus propias teclas de volumen), desodorante de ambiente, la opción para calentar la tabla (imagino que el control inalámbrico entonces serviría para ir calentando la tabla un día de frío) y muchos otras que no entiendo, pero que hasta por ahí te hacen el control anual. Son tantas las funciones que la Wiki tiene su propio artículo dedicado exclusivamente a este tema. Uno que nos tocó en un depto. que alquilamos tenía un pequeño lavatorio arriba para lavarte las manos con el agua que vas a usar en la próxima descarga y así aprovecharla.

En algún lugar leí que es curioso que los occidentales, que tenemos ojos más redondeados, leamos horizontalmente, y ellos, que los tienen más horizontales, lean en forma vertical. Aún no decidí si es un dato interesante o es una pelotudés.

La gente es demasiado amable, todos son educados y respetuosos; en todos lados te saludan con una pequeña reverencia. Siempre dispuestos a ayudarte. No podés pasar ni un segundo con cara de confusión que ya se te acerca alguien a preguntarte si necesitás ayuda, con una sonrisa y sin esperar nada a cambio. El japonés es buena gente. Y, lo más importante, el bus te espera. He violado varias veces mi principio de no correr el colectivo, todas satisfactoriamente. 

Los supermercados son otro mundo. Uno puede pasar horas solo mirando y probando, casi siempre hay muestras gratis. Muchas cosas para observar: comida, cosas que parecen comida y cosas que no deberían ser comida. Nos llevamos varios fiascos, como unos platanitos vomitosos que compramos, pero también varias sorpresas, como ricos platos de comida hecha. Ir al super es un lindo desafío: ir, mirar y decidir con qué arriesgarse. Después, pasar por la caja autoservicio y jugar a la cajera, como cuando éramos chicos... ¿o era la única?

La plata no se entrega en la mano, siempre hay unos platitos que hacen de intermediarios, en todos lados. Y lo que se da en la mano, siempre se entrega y se recibe con las dos manos.

Mucha gente con barbijo. Mucha. Según los resultados de mi investigación, es el método que usan para no contagiar cuando están resfriados o para no contagiarse de algún otro apestoso, y también porque algunos son alérgicos al polen. 

No sé dónde fuman los fumadores, porque en todos lados está prohibido.


Dormimos Japanese-style en casi todos lados. Es el nombre coqueto que le ponen a dormir en el sopi, con una especie de colchoncito que a veces no es más que una o dos mantas. Los espacios, siempre chicos y, claro, son como 128 millones de japoneses apelmazados en 378.000 km², comparados con los 40 millones en casi 3.000.000 km² de Argentina. El mejor exponente es tal vez el hotel cápsula. Teníamos que experimentarlo, aunque tal vez tres noches fueron demasiado. Las cápsulas son cuchas ubicadas al estilo morgue. Son espacios de 2 m², y 1 m de alto. La verdad es que no son tan chicas como parecen, el techo está lo suficientemente alto como para que uno entre sentado, y se logra dormir. Cada cápsula tiene una luz, un reloj despertador, una cortinita para mayor privacidad (que lo único que logra es que no te vean, porque se escucha todo y la luz entra igual) y un televisor con control remoto. Nunca entendí la utilidad del control remoto. Incluso acostado, si estirás la mano, llegás a tocar el televisor. En realidad, desde cualquier lugar de la cápsula llegas a tocarlo, y sin estirarte demasiado. Claramente, les gustan los controles remoto para todo. Apenas llegás, te dan toallas, pantuflas, una bata y un pantalón pijama (de corte pescador, no quería dejar de mencionarlo), y la llave de tu locker, que se encuentra en Planta Baja. La ducha comunitaria está en el tercer piso, y las cápsulas, en el quinto. Entonces, todo el tiempo ves gente vestida igual, en pijama y pantuflas, arrastrando los pies (porque sino se salen las pantuflas), deambulando por los pasillos, viajando en ascensor y metiéndose en las cuchas. Todo esto, sumado a que todo es blanco y la limpieza es excesiva (por suerte), da lugar a pensar: están todos cucú, esto es un loquero.






















Aún no vencí el miedo de entrar descalza en baños ajenos, así que a veces voy a escondidas a agarrar las ojotas que deben dejarse en la puerta, y otras veces me hago la despistada y simulo haberme olvidado de quitarme el calzado, aunque a veces es realmente lo que pasa.


Menos mal que no tenían látigo

Comida de plástico
Más cosas extrañas o que nos llamaron la atención: la escasez  —por no decir inexistencia— de tachos de basura en las calles (y, sin embargo, no hay ni un papel en el piso); las mangas largas artificiales y la capacidad para escapar del sol (calles techadas, calles subterráneas, viseras, paraguas, largos cuando hace 30 ºC, etc.); la fiebre por el karaoke (en el que se paga un espacio privado por hora); la pasión por el pachinko, los slots y todo tipo de videojuegos (locales de siete pisos en los que, por ej., uno de los pisos está exclusivamente dedicado a las máquinas esas en las que manejás una pinza para agarrar algún premio); la popularidad de Hello Kitty (hemos visto japoneses rudos y grandotes con buzos de Hello Kitty); el helado sabor leche; que todo venga con arroz o sea a base de arroz (fideos, croquetas, galletas, dumplings, sake); que en todos lados te den té verde gratis en lugar de agua; que la gente haga el signo de la paz (la V de victoria o el número dos, según otras interpretaciones) cada vez que se saca una foto; la gran cantidad de mujeres chuecas; que haya extractores para secarse las manos de marca Mitsubishi; que en todos lados regalen pañuelos descartables; que la gente deje su cartera/bolso/mochila en la mesa mientras va al baño o a la caja a buscar un café; la costumbre de casi todos los restaurantes de poner comida de plástico en exhibición; la presencia de máquinas expendedoras de bebidas (alcohólicas incluidas) en todas las esquinas; que no se pueda hablar por teléfono en el subte de Tokio. Y la lista sigue y sigue.

La ruta de viaje en Japón queda para la próxima.

        
Bambi indeciso Durmiendo en algún bus Inspector con cartera
Boda tradicional en un santuario Shinto
(especial atención a las medias con ojotas)

        
Barbijo a la vista Seguimos viendo esta moda extraña
de parejas subnormales
Con las chicas


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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Una semanita en Corea del Sur

En Vladivostok nos tomamos el DBS Cruise Ferry que va a Japón, pero pasa por Corea del Sur. Así que, ya que estábamos, decidimos bajar en Corea antes de retomar nuestro rumbo. Viajamos en tercera clase, que consta de cuartos con pasillos y camas marineras a cada lado, cada una con su propia luz, su almohada, su frazada y su cortinita.

A la mañana siguiente de subirnos, llegamos a Donghae, en Corea del Sur, y nos tomamos un tren a Seúl.

Seúl


Un poco de historia muy resumida: después de la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. y la Unión Soviética liberaron a Corea de la ocupación japonesa. EE. UU. se hizo responsable del sur, y la Unión Soviética, del norte, solo a fines de organizar, no de dividir. Pero luego, el norte comunista invade el sur y llegan a ocupar hasta el 90 % de Corea. Ahí se involucran las tropas de EE. UU. y de la ONU (con soldados de todas partes del mundo) en esta guerra: la guerra de Corea (aunque en Corea del Sur, la llaman principalmente "la invasión por parte de Corea del Norte"). Con esta ayuda, logran retraer las fuerzas del norte casi hasta el límite con China, pero no dura mucho, porque China comunista se une a Corea del Norte y vuelven a ocupar hasta la mitad. Después se firma el armisticio y se establece la zona desmilitarizada, pero como no se firma ningún tratado, técnicamente siguen en guerra hasta el día de hoy, solo que con un alto el fuego (aunque en los últimos tiempos los norcoreanos se mandaron varias).


Fuimos a la zona desmilitarizada (DMZ) entre Corea del Sur y Corea del Norte, zona bastante hostil y casi sin civiles. Nos metimos en el tercer túnel descubierto, construido por Corea del Norte para infiltrarse en el sur. Caminamos los 350 metros hacia abajo (lo mismo para arriba, el ejercicio del día) y después otros 275 metros de túnel recto. No más porque está sellado tres veces, con un mecanismo de defensa que lo inundaría en caso de que Corea del Norte haga de las suyas. No es apto para gente con claustrofobia, ataques de pánico y similares, casi que no apto para gente sin estado físico.

Fuimos a la estación de tren Dorasan, la última de Corea del Sur, que en un momento se conectaba con Corea del Norte y, siendo muy optimistas, la que en algún futuro los unirá con la red del transiberiano y la de China.

Nos llevaron al Joint Security Area (JSA o Panmunjom), la única área de la zona desmilitarizada en la que los dos bandos están frente a frente. Después de firmar un documento que indicaba que no los demandaríamos en caso de muerte, lesión o demás a causa de ataque del enemigo (como lo llaman ellos), fuimos a la sala de conferencias de la ONU, en la mitad de las dos Coreas y donde se llevan a cabo las charlas entre ellos. Ahí dentro, pisamos Corea del Norte durante algunos minutos (sin visa!) y nos contaron algunos datos de color. Por ejemplo, después de una reunión de 11 horas sin que nadie fuera al baño para no mostrar debilidad, se pactó un descanso obligatorio cada 2 horas para futuras reuniones. En esa misma sala, los norcoreanos usaban sillas más altas (como símbolo de poder); después de que pusieran sillas iguales para todos, limaban las patas de las del lado de Corea del Sur.

Muchos otros datos interesantes e incidentes, algunos de hace años, otros muy recientes, por ejemplo, el incidente del árbol, en el que mataron a dos soldados de Corea del Sur mientras intentaban talar un árbol que bloqueaba la visión de los puestos de vigilancia. También nos contaron sobre el puente (Bridge of No Return) para intercambiar prisioneros después de la guerra de Corea. A cada prisionero se le daba la opción de quedarse o cruzar el puente y volver a su país, pero una vez que decidían volver y cruzar el puente, ya no había vuelta atrás, de ahí viene el nombre.

Cada tanto, llega gente que logra escapar de Corea del Norte; el último, por ejemplo, había llegado hace una semana. Hasta tienen teléfonos en la zona desmilitarizada del sur para que si llega alguno del norte, pueda avisar y lo vayan a buscar.

Para esta excursión, nos pidieron que respetemos un código de vestimenta con el fin de que los del norte no nos sacaran fotos para usar como propaganda. Vimos un solo soldadito de los del enemigo, pero parece que había varios otros mirándonos desde lugares ocultos.

A pesar del riesgo, la cantidad de armas y de soldados que vimos, los puestos de vigilancia, las cercas electrificadas, los campos minados y de estar tan cerca del enemigo, no nos pasó nada. Excursión recomendadísima.

Caminamos por todo Seúl, visitamos el Palacio Gyeongbokgung (uno de los cinco grandes), paseamos por mercados y distintos barrios y fuimos a museos y al War Memorial. Es el primer mundo. Impresionante lo que crecieron en los últimos años. Polo tecnológico y financiero. Potencia mundial e inventores del Gangnam style.

Lo mejor, la comida. Nos gustó tanto que un día nos inventamos un Street Food Tour y probamos de todo. Anotábamos algunos nombres para saber qué pedir, pero generalmente pedíamos señalando lo que veíamos ahí o la comida de los vecinos de mesa, o las fotos del menú, cuando había. Los protagonistas: el kimchi (repollo fermentado), el bulgogi, el bibimbop, la Korean barbecue y los platos con arroz, fideos y picante, pero hay muchísimas cosas más, siempre con platitos pequeños con un poco de todo.

Gyeongju


En Seúl nos tomamos un bus y llegamos a Gyeongju al cabo de cuatro horas. Mucho verde. Bosques. Lagos. Todo muy zen. Beautiful Gyeongju dicen todos los carteles. Tumbas reales en parques de túmulos, templos budistas como el de Bulguksa y el gran Buda de Seokguram Grotto. Parque Nacional y mucho patrimonio de la humanidad.

Lo que nos cuesta comprender aún es esta última moda que está arrasando en Corea. Son parejas que usan exactamente lo mismo. 

Nos vamos habiendo dominado el arte de los palitos chinos o, mejor dicho, coreanos, porque acá se usan palitos de metal.

Próximo destino: Japón, en el mismo ferry, pero ahora en segunda clase.

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Mi camita en el ferry

DMZ

Frente a frente con Corea del Norte


La pelota del mundial 2002

Palacio Gyeongbokgung




Seúl




Beautiful Gyeongju 


Tumbas reales






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